viernes, 27 de noviembre de 2009

Terremoto sacude provincia china de Sichuan

Un terremoto de 4,8 grados en la escala de Richter sacudió a las 15:25 horas del lunes la provincia suroccidental china de Sichuan, según informó la red sismológica provincial.

El epicentro del seísmo se localizó en el distrito de Wenchuan, situado en la parte suroccidental de la prefectura autónoma de etnia tibetana y qiang de Aba. Este mismo distrito de Wenchuan fue también el epicentro del devastador terremoto de 8,0 grados ocurrido el 12 de mayo del año pasado y que dejó a 87.000 personas muertas o desaparecidas.

La red sismológica provincial indicó que el temblor, que también se ha notado en Chengdu, capital provincial de Sichuan, era una réplica del terremoto del año pasado. (Xinhua)
24/11/2009

¿Podrá el sol del Sahara iluminar Europa?

Una decena de empresas como Siemens, la española Abengoa Solar y el Deustche Bank, pusieron en marcha un ambicioso proyecto que busca aprovechar la energía solar de los desiertos del norte de África y Medio Oriente para suministrar energía eléctrica a los países de Europa.


Los impulsores de la iniciativa, conocida bajo el nombre de Desertec Industrial Iniciative, tienen previsto construir una gigantesca red de plantas solares termoeléctricas en diversos puntos del Sahara, que, para 2050, tendrán la capacidad de suplir dos tercios de la demanda energética del norte africano y Medio Oriente, y un 15% de las necesidades energéticas de Europa.

A diferencia de los sistemas más sofisticados que utilizan células fotovoltaicas, las plantas que propone Desertec utilizan espejos de metal para captar los rayos de sol. El calor se almacena luego en un contenedor que se enfría con agua para generar vapor, que se utiliza para empujar a las turbinas generadoras de electricidad.

¿Y de dónde sale el agua?, se preguntará usted en este punto. ¿No se dijo en un principio que las plantas estarán emplazadas en el desierto? Así es, pero estarán ubicadas en puntos estratégicos cerca de las costas del Mediterráneo para poder extraer agua, que a su vez será sometida a un proceso de desalinización.

El sistema permite además generar electricidad durante la noche o en días nublados, ya que tiene la capacidad de almacenar el calor que produce.

La idea de aprovechar el sol que calienta los desiertos -según Desertec, en seis horas éstos reciben más energía del sol de la que la humanidad consume en un año- no es nueva. Desde la década de los 80 esta tecnología ha sido implementada en el desierto de Mojave en el sur de California, Estados Unidos, y en algunas regiones de España.

Sin embargo, el desafío que plantea este proyecto -cuyo costo se eleva a US$557.000 millones- es transportarla hacia Europa con un mínimo de pérdida energética. Una vez que se empiece a producir energía, explica el consorcio, se transportará hacia Europa a través de cables de alto voltaje que correrán por debajo del mar Mediterráneo.

La idea se ha ganado el apoyo de no pocos pesos pesados, entre ellos el de Angela Merkel, la canciller alemana, el príncipe Hassan de Jordania y José Manuel Barroso, presidente de la Comisión Europea, quien ha visto su potencial para reducir las emisiones de gases con efecto invernadero, con el fin de frenar el calentamiento global.

La organización ecologista Greenpeace es una de las varias agrupaciones que también han manifestado su aprobación.

Pero no todas las voces que se escuchan son favorables. Algunos críticos, como Wolfgang Palz, presidente europeo del Consejo Mundial de Energías Renovables, consideran que la idea que maneja Desertec no tiene sentido ni desde un punto de vista político ni desde un punto de vista económico.

"El concepto de energía renovable está asociado también al de independencia energética. Entonces, yo me pregunto, ¿por qué deberíamos depender nuevamente de otros para nuestros suministros", dijo el experto.

"Por otra parte", añadió Palz, "los recursos que tenemos para invertir en la energía del futuro son limitados. Deberíamos concentrarnos en aquellas cosas más promisorias, como el desarrollo de energías renovables en nuestros propios países".

Según Palz, no son buenas intenciones lo que le hace falta a Desertec, pero sí una buena dosis de realismo porque la propuesta, en su opinión, es inviable.

La desertificación ha aumentado en América Latina

El 68% de la superficie de América del Sur tiene problemas vinculados a la degradación del suelo, lo que impacta gravemente en la productividad de una de las principales regiones agro-exportadoras del mundo. El tema se abordó en la novena Conferencia de la ONU contra la Desertificación.


El encuentro entre los representantes de las 193 naciones que conforman el órgano de la ONU busca poner en marcha medidas para luchar contra la desertificación, que a nivel mundial provoca una pérdida del 1 por ciento de la productividad del suelo cada año.

Es por eso que el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, dijo en un mensaje a los asistentes a la cumbre en Argentina que la degradación de la tierra se encuentra “entre los desafíos ambientales mundiales más apremiantes de nuestro tiempo”.

El responsable para América Latina del la CNULD, Richard Byron-Cox, habló sobre la importancia de revertir la situación en esa región, ya que la baja en la productividad agrícola como consecuencia de la desertificación afectará el acceso mundial a alimentos.

“La tierra es como un banco, si uno saca y saca y no repone, se quebrará”, ilustró.

En ese sentido, el experto señaló que las malas prácticas agrícolas están contribuyendo a empobrecer el suelo sudamericano, que también se ve afectado por otros factores, como la erosión provocada por la deforestación.

Se estima que el sobrepastoreo ha afectado a unas 70 millones de hectáreas en la región mientras que otras 100 millones fueron degradadas por la destrucción de bosques.

Es por eso que las claves para revertir el proceso tienen que ver con un mejor conocimiento y uso de las tierras, y con la plantación de árboles que protejan el suelo.

“La gente tiene que recibir educación sobre las capacidades de la tierra y la baja en productividad que genera el uso excesivo de los suelos”, afirmó Byron-Cox.

“También es importante que se estudien con cuidado los sistemas de agroforestación, y se aprenda cómo plantar bosques que permitan el desarrollo de la agricultura”, agregó.

A pesar de que las perspectivas son preocupantes, el funcionario de la ONU se mostró optimista sobre los avances logrados en los últimos años.

“Noto un gran esfuerzo por parte de los gobiernos, las organizaciones sociales y en particular los jóvenes para informarse y actuar para revertir el problema”, se esperanzó.

Una de las “historias de éxito” que resaltó fue el trabajo realizado en la zona conocida como el Gran Chaco, la enorme región que se extiende entre Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay.

Según Byron-Cox los esfuerzos intergubernamentales para revertir el daño provocado por la desertificación están surtiendo efecto, y son un ejemplo de lo que se puede lograr cuando los países trabajan de forma coordinada.

El cambio climático dejará sin comer a 25 millones de niños

Unos 25 millones de niños padecerán hambre en las próximas cuatro décadas por la escasez de alimentos que causará el aumento de las temperaturas, advirtió en la reunión de cambio climático de la ONU en Bangkok el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias.

"Este drama puede evitarse con una inversión de aproximadamente 6.140 millones de euros anuales para aumentar la productividad agrícola y ayudar a los granjeros a afrontar los efectos del calentamiento global", ha afirmado Gerald Nelson, uno de los autores del informe del IFPRI.

"Mejores carreteras, sistemas de riego, acceso a agua potable y escolarización para chicas son esenciales", ha agregado Nelson, en el marco de la conferencia sobre cambio climático que se celebra en Bangkok para preparar la cumbre de Copenhague en diciembre.

El estudio sostiene que los habitantes en los países en desarrollo tendrán acceso a 2.410 calorías diarias en 2050, 286 calorías menos que en 2000; en África será de 392 menos; y en los países industrializados de 250 por debajo.

El año pasado, el aumento del precio de los alimentos básicos ante las noticias de escasez de producción provocó revueltas populares en varias partes del mundo, desde Egipto hasta Tailandia, y decidió a la ONU a celebrar una reunión urgente.

Los líderes del G-20 acordaron la semana pasada en Pittsburgh (Estados Unidos) donar 1.400 millones de euros para combatir el hambre, mientras que la ONU anunció una cumbre sobre el problema en noviembre.

El secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, presionó el pasado fin de semana al Banco Mundial y a otras instituciones multilaterales para que aumenten sus contribuciones al tercer mundo, en un momento en que "aún más personas no tienen acceso a alimentos porque los precios son increíblemente altos a causa de la crisis económica o la falta de lluvias".

Nelson opina que las crisis alimentarias del año pasado, cuando las informaciones de escasez de alimentos básicos desataron protestas en numerosos países pobres y emergentes, fue una llamada de atención.

Etiopía, Kenia, Somalia y Uganda sufren un aumento desmesurado de los precios de los alimentos a causa de malas cosechas y sequías, porque hay zonas del planeta que muestran signos de vulnerabilidad al cambio climático y están cambiando sus ciclos de lluvias, según el IFPRI.

"La población de la Tierra será un 50% mayor que la actual en 2050 (...) los desafíos serán enormes aun sin cambio climático", ha añadido el investigador.

Para Lester Brown, fundador del Earth Policy Institute, la alimentación también es el asunto más preocupante del cambio climático y ha señalado que Asia se encuentra en el epicentro de la crisis.

Por un lado, unos 2.500 millones de personas o cerca de la mitad de la población económicamente activa en los países ricos dependían de la agricultura para su sustento, según datos correspondientes a 2005.

Y por el otro, el 75% de los pobres de todo el mundo reside en las áreas rurales, las más vulnerables a las alteraciones climáticas. "Si continuamos haciendo las cosas como lo hemos hecho hasta ahora, estaremos garantizando con toda seguridad consecuencias desastrosas", ha advertido Nelson.

Unos 4.000 delegados de 179 países participan en la conferencia de Bangkok, que comenzó el lunes pasado y que concluirá el 9 de octubre. Los logros y obstáculos de Bangkok pasarán a la reunión que se celebrará en Barcelona en noviembre, para que ultimen y cierren la agenda de la Cumbre del Cambio Climático de Copenhague.

El Este de África sufre la mayor sequía en décadas

África del Este sufre la mayor sequía en décadas. Más de 23 millones de personas en siete países pueden perderlo todo. Todos los expertos señalan al mismo culpable: la tala de árboles indiscriminada que en apenas 15 años ha mermado el bosque de Mau (Kenia), en África oriental.

El asentamiento ilegal de más de 20.000 familias desde los años 90, y la consecuente tala de árboles y uso de la tierra para agricultura, está provocando un verdadero "desastre ecológico", según los expertos. En apenas dos décadas, un cuarto de la reserva de Mau –unas 100.000 hectáreas- han sido despobladas de árboles e "invadidas" por asentamientos.

Ante la alarma por la falta de lluvias actual -que ha obligado a restricciones de agua y electricidad nunca vistas en toda la región-, el Gobierno ha lanzado una campaña para realojar a los ocupantes de la reserva natural. De momento, los esfuerzos han caído en saco roto. Los habitantes de Mau se niegan a abandonar la tierra que dicen les fue entregada en el pasado.

Y es que muchos en África no entienden por qué culpan a la tala de árboles de la falta de agua y, en consecuencia, de la ausencia de alimentos y del fallecimiento de ganado. Pero lo cierto es que los expertos coinciden en señalar que la tala de árboles ha acabado con el "mecanismo natural" que mantiene el ecosistema vivo.

Según un informe de Naciones Unidas, la importancia del bosque Mau para Kenia, Tanzania, Somalia, Uganda, Sudán, Yibuti e incluso Egipto consiste en la "regulación natural que el ecosistema hace de los flujos de los ríos, lo que evita inundaciones, falta de agua y reduce la erosión del suelo".

"Llueve mucho en Kenia, pero solo en la estación de lluvias. Luego vienen cuatro meses en los que no cae ni una gota", explica Christian Lambrechts, de la oficina del Programa de Medio Ambiente de la ONU (UNEP), en Nairobi. "Es fundamental tener una zona tapón, un sistema que permita dosificar el agua y que la suelte gradualmente a los ríos durante la época seca. Esa zona tapón es el bosque de Mau", concluye el experto, quien advierte de que "si se elimina este ecosistema, se reduce la humedad en la reserva, lo que se traduce en ausencia de agua durante la época seca".